Aunque los bogotanos celebraron con jubilo el regreso de las precipitaciones, luego de meses de intenso calor que causaron varios incendios forestales, todavía no hay buenas noticias sobre el nivel de los embalses que surten de agua a la capital.
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Pese a las fuertes lluvias en zonas aledañas a los embalses de Chuza y Tominé, los niveles de almacenamiento de los mismos continúan siendo inferiores a los que se requieren para superar la emergencia en la ciudad.
El director de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), Alfred Ignacio Ballesteros, le explicó a El Tiempo que, para alcanzar un nivel óptimo en el embalse de Chuza, por ejemplo, sería necesario un ingreso continuo de 30 metros cúbicos por segundo durante cuatro meses, pero sin hacer extracciones de agua.
Según los técnicos de la CAR, las condiciones actuales no permiten prever una normalización del embalse de Chuza por lo que resta de 2024, a menos que entre pronto, como se tiene previsto, el fenómeno de La Niña y se intensifiquen las lluvias en las zonas de recarga hídrica.
El otro problema que tiene preocupados a los especialistas es la falta de lluvias en áreas cruciales como la Orinoquía, que alimentan el sistema Chingaza, esencial para abastecer a toda la capital del líquido.